En promedio, un trabajador permanece 9 horas y 19 minutos en su área laboral. De ello, poco menos de 7 horas son productivas y 62 minutos se invierten en micro pausas de 10 minutos aproximadamente (fuente: eleconomista.es).
Cambiar el tiempo por dinero, por diversión o por actividades obligatorias sin remuneración son algunas de las decisiones a las que se debe enfrentar todo individuo en las diferentes etapas de la vida, una inversión que acarrea beneficios o perjuicios que determinarán la satisfacción personal.
La Teoría de Mercado determina que dos personas establecen transacciones de intercambio de bienes o servicios a un precio determinado, el que tiene un valor asignado. Pero, ¿será posible asignar o estimar un costo monetario del tiempo invertido en cada una de las actividades realizadas o decisiones tomadas?
El valor económico del tiempo es el beneficio que la persona recibe, efectivamente, por su hora de existencia. Esto quiere decir que, dentro de todas las acciones ejecutadas durante las 24 horas del día, el valor de la hora depende de lo que cada uno determina hacer, en términos de cuánto tiempo se trabajó y se asignó al ocio.
“Hay que tener en cuenta cuatro factores para sentenciar cuánto vale tu hora. En primer lugar el trabajo, única actividad que genera ingresos para el consumo de bienes o servicios y que puede entregar conformidad o disconformidad. Por otra parte, el ocio siempre va a ser positivo porque es una actividad a la que decido voluntariamente asignar tiempo para sentir conformidad. También, las actividades restringidas son aquellas a las que no puedo limitar el tiempo porque no dependen solo de mí, como el transporte público. Finalmente, las actividades obligatorias o domésticas, en las cuales se invierte tiempo pero no son remuneradas”, explicó Jorge Rosales, académico de la Escuela de Ingeniería Comercial que realizó FONDECYT post-doctoral sobre el tema.
El tiempo perdido en el metro, en el transporte público, en las congestiones vehiculares, en interminables filas en entidades públicas y privadas, o las extensas jornadas de trabajo y de labores domésticas son algunos de los reclamos; pero salir de fiesta, ir al cine o viajar son actividades preferidas para la dispersión.
¿Cuánto vale mi tiempo?
Para entender esto, Jorge Rosales explica que “el valor del ocio va a ser igual a la tasa salarial, sumado a cuánto uno valora su trabajo, por lo tanto existen dos decisiones: asignarle tiempo al ocio para conseguir satisfacción; o trabajo para obtener el valor de trabajo y la tasa salarial como segundo componente”.
Este es el modelo estándar para determinar los valores correspondientes al costo monetario en lo que cada individuo invierte en su tiempo de forma diferente, dependiendo de las necesidades y de las realidades socioeconómicas.
“Si tengo más ingresos, tengo mayor disposición a pagar por las cosas que hago (hombres y mujeres del V quintil), por lo que el valor de mi hora vale más porque le asigno más recursos a lo que deseo hacer. En cambio, si percibo una baja tasa salarial, necesito trabajar para solventar mis gastos, dedicándole menor tiempo al ocio que al trabajo”.
Estos datos van más allá que colocar un precio individual a cada hora que consume el reloj. “La razón de incorporar el tiempo en las mediciones oficiales tiene relación con la inversión de tiempo por ejecutar acciones. Las mediciones que se han fijado solo indican el dinero que se ha desembolsado o ahorrado a través del PIB”, explica el académico.
“Con esto, es posible generar políticas públicas y determinar a quién se le va a entregar una solución, como aquellos trabajos que tienen un valor hora mayor o menor, que pueda valorar la dignidad de la persona. O también, determinar si se hace un plan de acción para mejorar el transporte público o invertir en la construcción de autopistas”, continuó.
Por ejemplo, “la Ley de Post natal masculino fue impulsada por los beneficios claros y explícitos relacionados al valor del tiempo que pasa el padre con su hijo. Incluso, el Transantiago fue diseñado con estos parámetros por la frecuencia de los buses y el tiempo de espera en los paraderos, pero éstos no fueron considerados por el alto costo que significaba”, afirmó Rosales.
Sin embargo, el académico de la UBO Jorge Rosales, comentó que la recolección de datos es muy costosa, por lo que no se realizan estos estudios tan importantes en nuestro país, quedando solo con ecuaciones estándar. Entonces, es necesario recolectar datos locales para generar las políticas públicas adecuadas que promuevan soluciones concretas para los problemas que aquejan a los chilenos.