Cuando hablamos de educación superior, la discusión suele situarse en la calidad de la enseñanza, el financiamiento y las posibilidades de acceso, pues son los temas centrales. Sin embargo, y lamentablemente, suele dejarse fuera del debate un ámbito que requiere de atención urgente: la salud mental de nuestros estudiantes.
De acuerdo con una reciente medición, alrededor del 50% de los alumnos universitarios de primer año sufren de algún trastorno de salud mental, ya sea con manifestaciones de ansiedad o depresión.
Se trata de una tendencia que viene hace años y que se acentuó a raíz del confinamiento, la virtualidad y las escasas posibilidades de socialización que nos impuso la crisis sanitaria. Un escenario negativo, sin duda, y que se vuelve aún más preocupante si consideramos que el 30% de las casas de estudio no cuentan con lineamientos concretos para afrontar estos aspectos.
Por eso, resulta sumamente positivo el anuncio del primer plan nacional de salud mental para estudiantes de educación superior, que congrega esfuerzos de los Ministerios de Educación, de Salud y de las Universidades, a fin de fortalecer las acciones y políticas en estas materias, avanzando siempre en colaboración y con un intenso trabajo intersectorial.
No obstante, no debemos olvidar que este es sólo uno de muchos pasos que debemos dar para garantizar el bienestar emocional de tantos jóvenes que cada día dan lo mejor de sí pensando en construir un mejor futuro. Es nuestra responsabilidad como Universidades estar atentos, comunicarnos con ellos y actuar a tiempo para contener y apoyar, y la única forma de lograrlo es otorgar a la salud mental un lugar protagónico, destinando recursos de todo tipo para su resguardo y cuidado.
Dr. Claudio Ruff
Rector
Universidad Bernardo O’Higgins