Con la llegada de diciembre, llega el cierre del año escolar y con esto, muchos padres que trabajan no saben qué hacer con las rutinas de sus niños. Algunos optarán por que los chicos se queden en casa disfrutando de los eternos días estivales, pero ¿Qué hacer con tanto tiempo libre por delante? Quizás la respuesta más rápida es que jueguen video juegos frente a las diferentes pantallas, y aunque es válido dejarlos utilizar dichos recursos, éstos deben ser con tiempos límites, ya que los niños no son capaces de establecerlos.
Ahora desde la perspectiva profesional, me planteo ¿Qué ha pasado con el juego físico? ¿Con los juegos deportivos? ¿Con el simple hecho de andar en bicicleta o patines? ¿Qué ha pasado con el desarrollo motriz de nuestros niños?
Probablemente estas interrogantes no sean trascendentales para algunos padres, porque ven la actividad física, ejercicio físico o deportes como algo simple, de carácter lúdico, que todos los niños pueden lograr sin importar la edad e incluso como algo de carácter superfluo, pero en realidad, es mucho más complejo y cautivante lo que generan las actividades motrices, pues va desde el nivel físico, social y académico, ya que un niño que juega es alguien que posee diferentes maneras de afrontar problemas, siendo esto último algo clave para padres, tutores o apoderados.
Iniciemos desde la siguiente premisa, el cerebro infantil es plástico, es decir, tiene la capacidad de moldearse a los diferentes escenarios, siempre que sea expuesto a ello, sin embargo, para lograrlo requiere de diferentes tipos de actividades, siendo los juegos físicos, los que más aportan a este cometido.
Entonces, ¿Debemos llevar a los niños a entrenar desde la más tierna infancia la mayor cantidad de días de la semana?, la respuesta es no, pues desde la mirada del desarrollo infantil, ellos deben jugar y experimentar la mayor cantidad de deportes o juegos diferentes a lo largo de su infancia y preadolescencia. Además, desde la perspectiva del entrenamiento, no podemos ver a los niños como adultos pequeños, ni exigirles rigurosidad en las actividades del ejercicio físico, tenemos que entender que están en diferentes etapas del desarrollo biológico, psicológico y motriz, donde cada aspecto apunta a diferentes logros individuales en sus propios tiempos y dependientes de la experiencia que traiga cada uno.
Lo anterior es la clave, la experiencia, eso permite a los niños crear nuevas conexiones nerviosas en sus cerebros, lo cual los prepara para afrontar diferentes retos motrices con mayor o menor éxito en la tarea. A su vez, un chico que tiene éxito motriz es más seguro de sus habilidades y podrá hacer amigos más fácil logrando una autoestima más fuerte. Por último, no se debe pasar por alto el aspecto cognitivo (capacidad de resolver problemas) y es que la educación del aula es un conjunto de problemas desafiantes, donde un niño que tenga una mayor cantidad de experiencias motrices logrará aprender con mayor facilidad y en menor tiempo, pues el juego lo ha ayudado a crear nuevas conexiones nerviosas para resolver diferentes problemas de su cotidianidad.
Dra. Natalia Escobar Ruiz
Jefa carrera de Entrenador en Actividad Física y Deporte / Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte
Universidad Bernardo O’Higgins.