De los casi 7.600 millones de personas que pueblan el planeta, hoy, unos 263 millones de entre 6 y 17 años se encuentran fuera del sistema escolar, de ellos, 61 millones tienen entre 6 y 11 años (edad para cursar la educación primaria).
Es claro que esto constituye una tragedia que puede ser explicada por múltiples causas: falta de voluntad y racionalidad política, debilidad económica, razones culturales, familiares, personales, etc.
Sin perjuicio de estas cifras existen ejemplos que brindan alguna esperanza para creer que este flagelo puede ser (lentamente) superado. En torno a esto último, pueden consultarse las cifras aportadas por la Unesco, la Unicef, y el Banco Mundial, pero por esta vez, quisiera resaltar el mensaje del francés Pascal Plisson, quien en septiembre de 2013 estrenó el documental Sur le chemin de l’école(Camino a la escuela, de acceso abierto y subtitulado al español en Youtube), el que muestra la odisea de cuatro niños por llegar a su escuela, en distintos puntos del globo.
Jackson, de 11 años, quien al cuidado de su pequeña hermana, debeatravesar a pie los 15 kilómetros que separan su casa del colegio, en medio de las complejidades propias de la sabana africana (Kenia), lo mismo que la joven Zahira de 12 años, la que cada lunes por la mañana, atraviesa los 22 km. que la separan de su morada ubicada en los Montes Atlas de Marruecos, para arribar al internado donde permanece toda la semana.
A diferencia de ellos dos, Carlos, un joven de 11 años, oriundo de la Patagonia argentina, no se desplaza a pie sino que monta un caballo los 18 kilómetros que lo distancian de su lugar de estudios.
Finalmente Samuel de 13 años, el que ha perdido la movilidad de sus piernas y brazos a causa de la poliomielitis, y que es llevado a la escuela por sus dos hermanos menores, los que se encargan de empujar por más de una hora su silla de ruedas por los duros caminos rurales de la región de Bengala en la India oriental.
El punto en común de cada una de las cuatros historias tiene que ver con la inclusión (y sus dificultades) al sistema de instrucción formal, en diversos contextos, cultural y económicamente, subalternados o de frontera, a lo cual se une el factor geográfico y ecológico que define una serie de escenarios extremos.
Cómo olvidar los tensos minutos en los que Jackson se encuentra de frente con una manada de elefantes (esperable o no), los dolores físicos y heridas que las inclementes condiciones del sendero por los montes produce en los pies de una de las dos compañeras de Zahira, o las peripecias que los hermanos de Samuel deben realizar para conducir la silla de éste.
Verdaderamente cada uno de los cuatro casos establece un parámetro heroico al fenómeno de la escolarización.
Se torna inevitable observar algo de lo más granado de la cultura clásica en todo esto: héroes (niños y familias), experimentado sus propias odiseas (pruebas e instantes paradigmáticos como el trayecto hacia la escuela, la lucha contra uno mismo y el ambiente, así como contra la tradición anti escolar), enfrentados a un destino (escolarizarse o no escolarizarse, ¡he ahí el dilema! diría Hamlet) que debe ser cumplido a través de acciones cotidianas (ir y permanecer en la escuela), que definen en el tiempo la verdadera acción heroica, para finalmente el héroe-estudiante (re)incorporase a un mundo dotado de los conocimientos y experiencias adquiridas durante el largo periplo (cada alumno retorna permanentemente a su lugar de origen, con la esperanza de encontrarse transmutado luego del paso por la escuela y de la escuela por sí mismo).
Al igual que como el ser humano ha observado, ha aprendido, y se ha conmovido durante milenios con la historia de los héroes (Heracles, Odiseo, Eneas, Arjuna, además del altar contemporáneo integrado por los personajes de los Avengers y de la Justice League), hoy nos hacemos parte de las aventuras y desventuras de millones de niños héroes que basculan entre el ser y el no ser, el estar y el no estar (dentro del sistema escolar).
En tiempos en que la educación constituye probablemente el tesoro más importante para la construcción de la sociedad presente y la conformación del futuro, en que a pesar de las reconocibles diferencias que existen entre educación, aprendizaje y escolarización, la vocación humana no debiera desfallecer, sino que tender con ahínco a la concreción de los ideales más propios de su naturaleza bienhechora. El desafío sigue en pie, consta en los números, consta en el arte.
Francisco Ocaranza
Director Escuela Pedagogía en Historia y Geografía en Enseñanza Media
Universidad Bernardo O´Higgins