La pandemia por covid-19 nos ha dejado una tremenda lección. Definitivamente no estamos preparados para desastres de esta envergadura, de larga duración y con un impacto directo en toda la población. Claro, los terremotos, inundaciones y aluviones son desastres que ocurren en el momento y pasan, independiente de que sus efectos se deban manejar por un tiempo. Además, afectan a un número determinado de personas, nunca a toda la población del país al mismo tiempo.
Sin embargo, una pandemia como la que enfrentamos, nos ha impactado durante tres meses a todos, sin discriminar estrato social o nivel educacional, lo que ha generado una serie de impactos asociados a la causa inicial.
Un riesgo sistémico o en este caso un desastre sistémico se refiere a la concatenación que existe entre diferentes impactos derivados de un evento inicial, que pueden generar en su conjunto, un impacto mayor que el evento original. Por ejemplo, la Sequía es un riesgo de tipo sistémico ya que no sólo afecta a la población por la falta del elemento vital, sino que también afecta a la economía silvoagropecuaria, lo que incide en la disponibilidad de alimentos; al turismo, por su impacto directo en el medio ambiente y, al servicio eléctrico, por la baja producción de energía hidroeléctrica, sólo por nombrar algunos. En el caso del desastre de la pandemia del Coronavirus en nuestro país, la concatenación de impactos en diversos subsistemas ha tenido al Estado de Chile y al de todos los países afectados tratando de disminuir al mínimo sus impactos. El confinamiento obligatorio de la ciudadanía para evitar la propagación del virus y bajar la tasa de infectados ha significado un quiebre en las economías locales, dado que la mayoría del comercio no puede abrir, lo que ha llevado a un aumento sostenido de la cesantía; desigualdades e inequidades en el sistema educativo ya que no todos los alumnos poseen las mismas tecnologías para acceder a clases en modalidad on line; colapso en el sistema de salud por la alta demanda de camas críticas y la precariedad de los servicios de salud; y la más importante, la crisis social que ha dejado en evidencia una realidad ignorada hasta ahora: la vulnerabilidad en la que viven miles de personas.
Desde una perspectiva de Gestión de Riesgos de Desastres Sistémico, este desastre se maneja con la integración de las capacidades existentes en el Sistema Nacional de Protección Civil, partiendo por la coordinación, desde un inicio, con los gobiernos locales, quienes son los que mejor conocen la realidad de sus comunas, las cuales deberían manejar toda la información relacionada con la pandemia y los contagios por comuna. Las bases de datos de organismo como el Registro Civil, Ministerio de Salud, Ministerio de Desarrollo Social, Ministerio de Economía, Servicio de Impuestos Internos e INE deben, necesariamente, estar integradas, con el objeto de poder realizar análisis relacionales y confirmación de información y datos. De esta forma, se podría evaluar de forma mucho más atingente, el impacto del desastre socioeconómico que se ha generado producto de la pandemia. De la misma forma, el Ministerio de Educación podría prever que implementar clases on line no aplica para todo el alumnado. El Ministerio de Economía podría levantar rápidamente el impacto en las pymes y evaluar programas de rescate en conjunto con el Ministerio de Hacienda.
En fin, existe evidencia suficiente de que el trabajo mancomunado, integrado y en equipo es la única forma de superar cualquier desastre – más aún uno de carácter sistémico como el que estamos viviendo –. Sin embargo, una parte fundamental de este desastre sistémico es atribuible a la irresponsabilidad que conlleva una sociedad inconsciente, dictada por la falta de disciplina. Nada consiguen las instituciones del Estado en integrarse y funcionar sistémicamente, si la población afectada no acata las medidas impuestas por la autoridad técnica de la emergencia. Como se mencionó en otras oportunidades, el Sistema Nacional de Protección Civil incluye a la sociedad civil, quienes son responsables de organizar a la comunidad para hacer frente a los impactos de mejor manera.
El riesgo del Coronavirus se ha transformado en un desastre de tipo sistémico, porque en su fórmula, ha fallado más de una variable en su fórmula. Mientras estas variables no se manejen de manera integrada, con responsabilidad asumida por cada una de ellas, los impactos en cada subsistema seguirán aumentando.
Fabiola Barrenechea Riveros
Observatorio en Gestión de Riesgo de Desastres
Universidad Bernardo O’Higgins