Investigador UBO advierte riesgos en salud por consumo de alimentos contaminados

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El Dr. en Química Raúl Calderón Araya, académico e investigador del Centro de Investigación en Recursos Naturales y Sustentabilidad (CIRENYS) publicó en la revista Indualimentos, una columna acerca de fertilizantes como una fuente de contaminantes en alimentos donde señala que para los próximos años el escenario no es alentador para la seguridad alimentaria y la salud pública.

En la columna, el investigador señala que “el acelerado crecimiento de la población humana en las próximas décadas, representa un gran desafío para las economías globales tendientes a resguardar la producción de alimentos con altos estándares de calidad en un escenario de cambio climático, menor superficie de suelos cultivables, escasez hídrica y mayor consumo de agroquímicos como plaguicidas y fertilizantes”.

Así en la actualidad, se estima que la principal vía de exposición a contaminantes es a través del consumo de alimentos frescos y/o procesados. En este escenario, más de 600 millones de personas en el mundo contraen enfermedades relacionadas con la ingesta de alimentos contaminados, con una mortalidad del orden de las 420.000 personas por año. En este sentido y con la finalidad de resguardar la salud de los consumidores, estrictas regulaciones han sido adoptadas en países desarrollados para monitorear la presencia de ciertos grupos de contaminantes de interés en salud pública como: disruptores endocrinos, plaguicidas, micotoxinas, metales pesados, entre otros. Sin embargo, un número importante de contaminantes denominados emergentes permanece aún sin regulación.

Chile, como “Potencia Alimentaria” produce y exporta importantes volúmenes de frutas y hortalizas frescas y/o procesadas a diferentes países en el mundo durante todo el año. El sector exportador chileno se asegura de exportar sus productos con altos estándares de calidad alineados con las regulaciones internas de los mercados de destino que han promovido el concepto de seguridad alimentaria como una moneda de cambio para la entrada de productos en sus mercados. Sin embargo, productos de exportación que no cumplen las regulaciones internacionales son comercializados en Chile.

En ese contexto, diversos estudios realizados a nivel global y específicamente en Chile, evidencian la presencia de contaminantes en productos agroalimentarios por efecto del uso de fertilizantes. La co-ocurrencia de compuestos químicos sin valor nutricional para cultivos de alto consumo en Chile (espinaca, acelga y lechuga) por diferentes grupos etarios como perclorato, bromato y tiocianato han sido reportados. Perclorato y tiocianato son reconocidos como disruptores endocrinos con el potencial de generar diversas patologías tales como desorden metabólico, hipotiroidismo y desarrollo incompleto del sistema neurológico, entre otros. En tanto, bromato es clasificado por “El Centro Internacional de Investigación en Cáncer” como un potencial compuesto cancerígeno para humanos (grupo 2B). De este grupo de contaminantes, solo perclorato es regulado por la Unión Europea en frutas y hortalizas. En tanto bromato, solo es regulado en aguas de consumo humano. Sin embargo, ninguno de estos compuestos se encuentra regulados en Chile, generando una condición de riesgo a la salud de la población.

El Dr. Calderón añade que la presencia de este grupo de contaminantes “solubles” a diferencia de metales pesados que tienen una menor movilidad en el sistema agua-suelo-planta, representa un gran peligro para la agricultura global y la seguridad alimentaria. Ante el actual escenario de escasez hídrica, la agricultura a nivel global ha centrado sus esfuerzos en maximizar el recurso hídrico mediante el uso de la irrigación por goteo por lo que este tipo de contaminantes solubles se encuentran biodisponibles para ser absorbidos, acumulados y translocados a tejidos comestibles de frutas y hortalizas.

En este sentido, el investigador advierte que dentro de las especies más bioacumuladoras se encuentran vegetales como espinaca, acelga y lechuga que son de alto consumo por la población chilena. Grupos vulnerables como recién nacidos e infantes se encuentran más expuestos dado que su alimentación se centra en preparaciones caseras o colados (Baby foods) que son principalmente a base de vegetales de hoja como acelga y espinaca.

Para finalizar el investigador añade que “El actual escenario de exposición constante a contaminantes en matrices alimentarias de alto consumo, supone un problema de salud pública y requiere la generación de planes de monitoreo por parte del Estado de Chile para establecer los lineamientos base para la implementación de futuras regulaciones nacionales con una mirada hacia la salud pública” considerando que la regulación chilena es considerada laxa y obsoleta.

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