“… No pero si ya sabía que me iba a pasar, de hecho pasé frente a un grupo de hombres y uno bien viejo me quedó mirando y le dije: “se te perdió algo?” y todos se rieron de él. Así no más hay que ser.”
Mujer de 19 años (aprox.) a otra, a raíz de los short que viste.
No importa la temporada del año, este tipo de conversaciones se escuchan siempre y por más que queramos pensar lo contrario, en su mayoría corresponde a mujeres, porque si bien el acoso sexual callejero (ASC) también afecta a los hombres, según cifras del Observatorio Contra el Acoso Callejero de Chile, OCAC, un 75% de la población nacional lo ha sufrido de alguna forma en los últimos 12 meses, porcentaje que en las mujeres se eleva al 85%; y en los hombres, al 55%.
Pero, ¿qué es lo que se entiende por ASC? El acoso sexual callejero se define como toda práctica con connotación sexual explícita o implícita, que proviene de un desconocido, de carácter unidireccional, que ocurre en espacios públicos y tiene el potencial de provocar malestar en el/la acosado/a. En palabras simples, todo tipo de piropo subido de tono, miradas lascivas, y por supuesto, palabras obscenas, tocaciones, entre otras acciones.
Y algunos se sorprenderán al saber que el tan famoso piropo está entre las opciones, pero no hay que dejarse engañar, claro, muchos/as reciben un cumplido de manera positiva, pero siempre y cuando este sea dicho con buenas palabras, porque si más allá de decir « qué bien te queda eso », el mensaje o la forma tiene una connotación sexual, haciendo alusión al cuerpo o al acto mismo, lo sentimos, pero eso ya es acoso.
Según un estudio realizado en 2015 por el OCAC, en Chile, las formas más recurrentes de acoso son los silbidos y sonidos como besos, jadeos, bocinazos, y las miradas lascivas, superando el 90% de los casos. Luego, siguen los piropos agresivos con un 72%. Un 60% promedian los acercamientos intimidantes y el contacto físico leve: tocar la cintura, manos o hablar al oído. Finalmente, casi un tercio de los encuestados ha sufrido formas más graves de acoso callejero.
“Es un tema complejo porque remite a la sexualidad humana, que no se resuelve en términos tan simples, porque involucra diversos elementos y muchos de ellos no son conscientes”, explica Sergio Espinoza, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Bernardo O’Higgins. En una forma de entender estas conductas, el especialista señala que “las personas cuando están en grupos descienden varios peldaños en la escala de la evolución y los grandes impulsos instintivos son la agresividad y la sexualidad, los que probablemente se van a desbandar cuando tengan las posibilidades de esconderse detrás del anonimato”. Esto último, ayudaría a explicar cómo, a pesar de que el 90% de la población no aprueba estas conductas, el ASC sigue ocurriendo.
Sin embargo, el psicólogo subraya que “distinto es el tipo que estando solo lo hace, ahí caemos en otro perfil, ese ya está más en la línea de la perversión, de la psicopatía, quien va a mirar, que tiene organizada una rutina, y que lleva a cabo estas prácticas de forma sistemática, esté solo o no, eso ya es distinto al perfil de un hombre que está en un colectivo”.
No es difícil comprender entonces, por qué diversas campañas y « funas » en contra de los acosadores, han revolucionado las redes sociales y medios de comunicación. Gracias a estas acciones, hombres y mujeres están más empoderados y tienden a protegerse unos a otros, porque lamentablemente y en general, quienes acosan no tienen más que una sanción social.
Ante una situación de acoso, lo primero es entender que lo que le sucedió no es algo de lo que la víctima haya sido partícipe, y por ello, es importante saber actuar. En ese caso, Sergio Espinoza indica que “quien agrede en términos sexuales lo que espera conseguir es que la otra persona se intimide, pero si en cambio esta simplemente pone las cosas en su lugar, sin hacer escándalo, ni responder con violencia, y si es posible, dando cuenta a un guardia, carabinero, o alguien que pueda imponer orden, que lo haga, y de esa forma resguarda su integridad física y no se expone a que la violencia pueda ir en escalada, sucumbiendo a su condición de víctima”.
Sin embargo, lo más importante es educar a la población y a los niños en base al respeto, porque las personas no se visten, hacen deporte, o caminan por la calle para provocar, lo hacen porque todos son libres de vestir, distraerse y andar por donde estimen conveniente, simplemente como quieran y en paz.