De acuerdo a la investigación publicada en la Revista Chilena de Nutrición, solo el 9,3% de los universitarios se alimenta o tiene una dieta considerada como saludable; el 35,4% tiene hábitos poco sanos y el 55,3% requiere de cambios alimenticios.
Responsabilidades, independencia y cambio de rutina son algunas de las modificaciones que diferencian el paso desde la educación escolar a la universitaria, aspectos que influyen directamente en los hábitos alimenticios de los adolescentes, ya que la ingesta de comida saludable comienza a pasar a segundo plano.
El estudio dado a conocer por la Revista Chilena de Nutrición, arrojó que los jóvenes promedian un aumento en su peso corporal de 1,1 kilo por año, sin distinción de sexo o carrera. Pero este es solo el comienzo del problema, ya que los alimentos también influyen en el rendimiento académico, la capacidad de concentración, de aprendizaje y productividad cerebral.
Saltar comidas importantes del día, la ansiedad y las actividades nocturnas se desordenan en el mundo de la educación superior, por lo que aumenta la ingesta energética en momentos y cantidades no recomendadas, provocando que el cuerpo cambie de forma inadecuada. Pero, además, la temporada de frio que se avecina no contemplaría índices muy alentadores.
“Siempre las causas del alza de peso son multifactoriales, pero en los universitarios está mayormente relacionado con desordenes en el horario de alimentación, saltándose comidas muy importantes como el desayuno pero ingiriendo grandes porciones cuando deciden comer. Además, consumen colaciones poco saludables ante sus bajos presupuestos”, explicó Raúl Piñuñuri, académico de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Bernardo O’Higgins.
Mantener un horario establecido de comidas es la recomendación que todos los profesionales de la nutrición aconsejan a sus pacientes, debido a que el organismo metaboliza, asimila y sintetiza de mejor forma los alimentos. Por eso, evitar la ingesta de algún producto en horas de la madrugada y las largas horas de ayuno, son algunas de las claves para mantener un organismo saludable y una figura deseada.
De acuerdo a lo señalado por el docente, una fruta, un yogurt con granola o frutos secos son las colaciones ideales, pero el costo monetario es un factor a considerar al momento de optar por una de estas opciones. Sin embargo, “se van por una cuestión de facilidad, ya que aunque tengan o no ayuda económica para este efecto – como la beca BAES –, consideran más rico comer un pan, por lo que creo que la aceptabilidad del producto es más importante que cualquier otra consideración”.
En este sentido, la Institución de Educación Superior puede ejecutar algunos programas de alimentación saludable. Aunque el especialista de la UBO manifiesta que se ha intentado masificar esta idea en distintos países, los resultados no han sido positivos, pero no descarta que en esta universidad no se pueda llevar a cabo una idea tan importante para la salud de los estudiantes.
Por mientras, “podríamos comenzar por equiparar los precios y acercarlos a los alumnos, aumentando la oferta de estos productos en comparación con aquellos que son altos en azúcares o en sodio. También, que en los casinos exista una variabilidad de almuerzos, porque la monotonía en la dieta aburre y hace que las personas no quieran comer lo mismo todos los días, por lo que variar las ensaladas es una de las claves para llamar la atención y cambiar el hábito” agregó.
Muy conocido es que la comida es apetitosa, en primera instancia por la vista, siendo aquellos alimentos con más aporte calórico los más atractivos visualmente, por lo que jugar con los colores, sabores e innovaciones, parece ser importante en una situación riesgosa que viven los futuros profesionales.
“Tomar desayuno es ideal que lo hagan a diario porque van a activar sus habilidades cognitivas, tener colaciones sanas y equilibradas para no llegar con tanto hambre al almuerzo y, de esta forma, controlar el apetito en ese momento. Pero la clave es mantener constante las horas de alimentación”, sentenció Raúl Piñuñuri.
Uno de los efectos relevantes que detalla el académico es que los jóvenes se acostumbran a consumir esos tipos de alimentos y a comer a cualquier hora, sin un orden establecido, ya que los 5 años de estudios – como mínimo – es un tiempo suficiente para crear un hábito que puede perdurar por mucho tiempo hasta que decida cambiar las costumbres, ojalá antes de padecer una enfermedad crónica no transmisible.