Llegó diciembre y con él las clásicas imágenes: cientos de personas con bolsas de compras en las calles, estanterías de locales comerciales y publicidad llenos de colores, juguetes y “ofertones”. En tiempos en que no hay cómo escaparse del consumismo navideño, muchos se sienten perdidos y simplemente no saben qué regalar, porque la presión social por el regalo perfecto se ha convertido en toda una tortura.
¿Dónde quedaron esas cenas en familia, ese único regalo que esperabas con todas ansias, esos paseos en busca del Viejito Pascuero, y un sinfín de recuerdos que parecen esfumarse de la mente y experiencia de las nuevas generaciones?
Cómo recuperar el sentido de estas fiestas, cómo evitar que los niños caigan en este espiral de consumismo, y cómo simplemente, hacerlos felices, fue lo que conversamos con la Directora de la Escuela de Pedagogía en Educación Inicial de la Universidad Bernardo O’Higgins, Verónica Barraza.
¿Influye el exceso de regalos a los niños?
Influye si, como familia, no determinan la cantidad de regalos que hacen y el sentido que tienen estas fechas. Los niños esperan que les des regalos porque también está toda la ilusión, sobretodo en la primera infancia respecto, por ejemplo, del viejito pascuero. Pero claro que influye, por lo tanto los papás tienen un deber respecto de manejar la situación de entrega regalos.
¿Y cómo se puede manejar?
Se tiene que dialogar con la familia, con la gente que está cerca de los niños, en cómo van a regalar, porque como mamá puedes tener una idea de lo que es un regalo, y la abuela otra, entonces, lo primero es acordar políticas de trabajo con la familia, darle sentido. Si tienes niños menores de 6 años, ellos están en una etapa cognitivamente enfocada en la ilusión y la fantasía, evidentemente creen que hay un viejito pascuero y escriben cartas que no puedes obviar, sin embargo, puedes intervenirlo un poco, escribiéndolas con ellos o preguntándoles qué cosas les gustaría tener y por qué.
También puedes guiarlo en función de un cantidad determinada de regalos, y ahí está la famosa regla de “los cuatro regalos”, porque de repente te encuentras con familias que entregan 10 – 15 regalos, y probablemente el niño los va a abrir, algunos no les van a interesar y otros los van a dejar de usar unos días después. Por lo tanto, se pierde todo el esfuerzo de los papás y el sentido para el niño del deseo sobre algo.
¿En qué consiste esta regla de “los cuatro regalos”?
La regla tiene que ver con mesurar al niño en cuanto a la cantidad de elementos que recibe. Cuando es una cantidad prudente como tres o cuatro regalos, se dice que de alguna manera el niño expresa su deseo ante cosas muy puntuales. También ayuda a que la familia no colapse con los gastos que implican esta época, y además, focalizas el interés del niño en cosas que él realmente quiera y necesite. Así es que tienes que ir por los dos lados: qué es lo que a ellos les interesa lógicamente por su edad, y también cosas que les sirvan.
Bajo este concepto, ¿de qué forma podemos cambiar los regalos por cosas más significativas?
Creo que hay que ser bien realista, porque si tienes un niño de tres años, él espera un regalo y no puedes hacer un cambio tan brusco, pero tal vez, lo que puedes hacer, primero, es guiarlo en qué cosas necesita. Segundo, motivarlo a que hagan regalos a otros, generando el sentido de compartir con alguien que está más desventajado, porque un niño tiene la característica de ser muy empático con el otro y el adulto le puede ofrecer comprar algo para un niño de una fundación, generando caridad y empatía con el menor que quizás no tiene los mismos privilegios.
Construir también los juguetes, por ejemplo los papás pueden hacer manualidades para regalarles a los niños. Si están en una etapa en que le gustan los rompecabezas, un papá puede hacer uno. O de repente, hay un papá que construye cosas y puede hacer bloques, una mamá puede tejer un chaleco, hay cosas que la familia pueden hacer con sus manos y el niño puede encontrar ahí generosidad, porque finalmente esta fiesta debe convocar al amor y unidad entre la familia.
Entonces, ¿qué es recomendable regalar?
Un buen regalo para cualquier edad, incluso una guagua, son libros, porque resulta que la literatura infantil define muy claramente qué tipo de textos les gustan a los niños en determinadas edades, independientemente de que no sepan leer. A un niño de dos años, por ejemplo, puedes regalarle un cuento que tenga muchas imágenes, que sea colorido, que ojalá tenga textura, olores y sean lavables, y el mercado en ese sentido se ha preocupado de proveer textos que sean acorde a la edad. Además, estimulas la memoria y el lenguaje de los niños, haciendo un trabajo doble.
Otra línea son elementos que les permitan desarrollar la psicomotricidad fina y gruesa. Por ejemplo, a un bebé le puedes regalar un encaje, que son figuras que vas encajando con su forma respectiva, trabajando la percepción y todo lo que tiene que ver con lo óculo manual que “esto calza en tal parte y no en otra”. Para trabajar la psicomotricidad gruesa, puede obsequiar triciclos; bicicletas para los más grandes; los gimnasios móviles para las guaguas, que lo estimulan adecuadamente. Entonces, insisto, tú trabajas desde algo que les va a gustar, y también, desde algo que les ayuda a crecer y les das una dualidad muy interesante al regalo.
¿Y qué es lo que definitivamente no se debe regalar?
Eso depende mucho de la edad de los niños. Por ejemplo, a un niño de tres años no le puedes regalar un juguete que sea muy pequeño o que tenga piezas que se muevan, porque se las puede echar a la boca y atragantarse. También, tienes que preocuparte por la toxicidad de los objetos. Hay que tener cuidado con hacer regalos que no son acorde a la edad, por ejemplo, un teléfono celular a un menor de 8 años no tiene mucho sentido, porque el niño se pierde de explorar directamente con las cosas y se mete en un mundo muy virtualizado, en donde además no tiene muchos filtros y pueden ver cosas que son inadecuadas. En definitiva, ¿qué es mejor, comprarle un teléfono o que el niño explore directamente las cosas?
Y hay que cautelar también el tema oneroso en los regalos, porque de repente, les regalamos videojuegos o elementos que no es que sean malos, pero que son muy caros y, por otro lado, están cargados de violencia, entonces hay que ver qué juguetes entrego desde la seguridad física del menor, hasta la seguridad emocional, y que él no replique conductas violentas. Diría que el mejor regalo que puedes hacer a un niño es un libro o regalos en que trabaje con otros, porque si solo le das juegos unitarios, no comparte con el resto; en cambio, si le regalas un juego de mesa, puede jugar con sus hermanos, primos o padres, sociabilizando y no volviéndose tan individualistas.
Es por ello que hay que tener cuidado con el bombardeo publicitario, porque en estos momentos hay regalos de moda que los niños conocen a través de la televisión o internet; y están atestados de juguetes que ellos quieren porque el entorno les dice “aquí hay un regalo bonito, este hace esto, pídelo”, entonces, ahí hay que orientarlo en sus propios intereses y, además, que sean provechosos para el desarrollo cognitivo y motor, o sea, que tenga una utilidad doble: complacer al pequeño por tener ese juguete preciado y, por otro lado, satisfacer otras necesidades, como cuando le regalas un libro a un niño.