Cada año cuando se acercan el verano, las altas temperaturas y la época de camping, el anuncio sobre incendios forestales se toma las portadas de los diarios y los titulares de radio y televisión. Difícil olvidar la situación vivida en 2017, y el fuego que arrasó con cientos de hectáreas ubicadas entra las regiones de O’Higgins y Biobío, siendo catalogado, de acuerdo a expertos de la Unión Europea, como “megaincendio”, convirtiéndose en un episodio mundial. Si antes la escala global de medición de incendios llegaba hasta la llamada “quinta generación”, la “tormenta de fuego” chilena, es el primero de la llamada “sexta generación”.
Según cifras entregadas por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), en esa ocasión, el fuego consumió 518,174 ha. (datos correspondientes al periodo del 1 de enero al 10 de febrero), de las cuales, el 20% correspondía a bosque nativo. Situación preocupante cuando si pensamos que en Chile, el origen de los incendios, en un 99,7% se debe acción humana: a descuidos o negligencias en la manipulación de fuentes de calor, a prácticas agrícolas o a intencionalidad.
Si bien, la CONAF indica que el 90% de los incendios combatidos es detectado y extinguido con una superficie igual o menor de 5 hectáreas, cada año familias chilenas deben enfrentar la pérdida de sus hogares producto de incendios forestales sin control.
Ante esta realidad, el Observatorio de Gestión del Riesgo de Desastres de la Universidad Bernardo O’Higgins, está trabajando en el desarrollo de un nuevo sistema de alerta. Para conocer más acerca de ello y de la situación nacional en este ámbito, conversamos con la Directora del Observatorio, Fabiola Barrenechea.
¿De qué se trata el proyecto?
Es un proyecto de transferencia tecnológica, de investigación aplicada, en donde se hace una asociación entre el Observatorio de Gestión del Riesgo de Desastres y la empresa Smart Industry. Ellos tienen unos sensores capaces de captar todo tipo de partículas y emisiones atmosféricas producidas por la vegetación: temperatura, humedad, precipitaciones, dirección del viento, material particulado, gases, etc. En función de eso, estableceremos parámetros de cuáles serían los lugares donde a la menor chispa o roce, se pudiese generar un incendio forestal. Junto con esto, se podrán constituir modelamientos de expansión del fuego y desarrollar estrategias de combate. En definitiva, esto permitiría primero, establecer focos donde podrían iniciarse incendios forestales, y segundo, seguir su expansión en tiempo real.
¿Cuáles serían las ventajas de este sistema por sobre los otros métodos de vigilancia vigentes?
La ventaja que tiene este sistema es que no tienes que esperar a que alguien vea el incendio o que salga el humo para alertar. Actualmente las formas de vigilancia de CONAF, son torres en donde tienen a una persona mirando, así se patrullan los incendios forestales, o con drones, esperar que justo pase por ahí y vea que hay un incendio. Pero este como es un sistema de alerta, en cuanto pase algo con los parámetros que nosotros vamos a definir, avisaría inmediatamente con coordenadas exactas de dónde se está iniciando el incendio forestal, cómo se está expandiendo el fuego y cómo poder combatirlo.
En cuanto a incendios forestales, ¿considera que la legislación actual es efectiva para evitar que se generen posibles incendios forestales?
Está demostrado que no, porque el año pasado cuando tuvimos tantos problemas con incendios forestales, en donde se identificaron culpables, las penas fueron súper bajas y muchas veces los dejaron libres. Creo que existe un vacío legal, porque si uno no pilla a alguien prendiendo fuego, no lo puedes detener, a pesar de tener pruebas. Y por otro lado, las penas son sumamente bajas, entonces tampoco tienen el castigo o desincentivo necesario para que la gente no genere incendios forestales.
Ahora creo que no va tanto por un problema legislativo, sino que por la educación, porque por ejemplo, las casas que se quemaron en Valparaíso, que están en medio de las quebradas, si te fijas, están llenas de basura, los niños juegan con fuego, lo prenden y ahí se expande de una casa a otra. Entonces también hay un tema de educación a la comunidad. Cuando era chica siempre veía en la tele en verano a Forestín diciendo que no había que hacer incendios forestales, ahora pregúntale a algún niño si conoce a Forestín, hay todo un trabajo que se dejó de hacer.
Siempre se critica a la CONAF, pero ¿cuál es el problema real: falta de financiamiento o de competencias?
La CONAF no tiene plata para gestionar un incendio forestal, piensa que a un brigadista se le paga por una jornada de 8 horas, y una vez terminada, el incendio sigue, pero el brigadista se va para su casa, ahí viene todo el apoyo de las BRIFES del Ejército, o de bomberos, pero la CONAF no tiene equipamiento, ni personas, ni nada para poder contratar gente que les ayude a controlar los incendios. Entonces evidentemente hay un tema de recursos, pero no pasa por crear un nuevo departamento, o crear un nuevo servicio de incendios o algo así, pasa por gestionar mejor los recursos que existen y CONAF no tiene plata para poder gestionarlo. Nadie se va a arriesgar por 180-200 mil pesos que deben pagarle a un brigadista, porque ellos mueren. Además los mandan casi a la vida, con una pala, una cota y un traje que supuestamente resiste, pero son trajes ya usados, no hay una renovación de equipos y de stock suficiente todos los años, así que es un tema de falta de recursos gigantesca y de capacidades para poder enfrentar los incendios forestales.
¿Cree Ud. que la falta de educación y prevención, tiene que ver con la “normalización” de la temporada de incendios?
Creo que hay parte de eso, el país ya se acostumbró a que hay lugares que todos los años se queman, y además también hay un tema de cobertura de los medios, si el incendio no pasa a ser catastrófico, nadie reporta que existe. A diferencia por ejemplo, de los portonazos, no hay un tema de sensibilización a menos que se queme un pueblo entero como Santa Olga, o 2700 casas como en Valparaíso.
Cuando se incendió el Parque Conguillío hace dos años, nadie tenía idea que se estaban quemando araucarias de mil años, que se demoran cientos más en crecer, y no es cosa de reforestar, porque esa araucaria no la vamos a alcanzar a ver grande de nuevo. El tema del valor ecológico, es lo que la gente no tiene internalizado.