Expectación ante la última doble fecha clasificatoria al mundial de Rusia 2018; esperanza de obtener los resultados esperados y que los demás compromisos beneficien a la selección chilena; ilusión porque La Roja acuda por tercera vez consecutiva a la máxima cita del fútbol mundial. En el estadio, por televisión o la radio, todo Chile estará pendiente de los trascendentales partidos ante Ecuador y Brasil.
El actual momento es medianamente adverso tras el rendimiento ante Paraguay y Bolivia, instancia en la que se hipotecó un cupo que parecía asegurado. La crítica mediática y social se sintió de inmediato, principalmente en las redes sociales, presión que llegó a los jugadores y al cuerpo técnico de la selección.
El fracaso del seleccionado de Luis Santibáñez en España ’82, junto al penal errado por Carlos Caszely en el mismo campeonato de fútbol, marcaron el puntapié inicial de una hinchada exigente y poco conformista, diferente a la que repletó el Estadio Nacional para la campaña de los anfitriones del mundial de 1962. De esto y más, conversó en su entrevista, el investigador del Centro de Estudios Históricos (CEH) de la U. Bernardo O’Higgins, Eduardo Téllez.
¿Los chilenos siempre se han comportado como lo vemos actualmente?
Antiguamente, la gente no le pedía a los equipos ganar, eran más cariñosos con los jugadores y estaban acostumbrados a que a Chile no le fuera bien, de modo que, si empataba o se hacía un papel decoroso ya era bastante. Desde la década del ’50, la gente se puso más exigente con sus ídolos para que entreguen todo en la cancha por amor a la camiseta, algo que repercute a partir del ’60, cuando La Roja fue relativamente emergente en el fútbol.
¿En qué momento se produjo el quiebre entre un tipo de hincha y otro?
La primera vez que esto ocurrió fue cuando (Luis) Santibáñez trajo el concepto de mentalidad ganadora. Hizo un buen cometido en el sudamericano y obtuvo una inmejorable posición para conseguir la clasificación, con lo que creó grandes expectativas para el mundial de España ’82. En ese campeonato todo se derrumbó y la gente asumió que, con todo lo que ocurrió y destacando el famoso penal de Caszely, se había perdido el trofeo a pesar de que quedaba un largo camino.
Desde ahí, es que todos los cambios culturales y sociales de los chilenos en los ’80, con un sujeto más individualista y competitivo, donde el trabajador recibe presiones por productividad y éxito, incrementaron la competitividad y la presión a los jugadores que, hoy en día, militan en las principales ligas del mundo.
¿Cuáles son los principales factores que desencadenan esta acción?
El fútbol es un deporte con vínculo de masas y, por lo tanto, hay una gran cantidad de gente que está expectante ante el éxito del último tiempo, con títulos y participación en torneos inéditos, lo que engancha hasta a los más escépticos, provocando interés colectivo y paralizando a prácticamente un país entero.
Además, hay que sumar el hecho de que la gente entiende que son profesionales y les pagan mucho dinero, por lo que les exige que tengan resultados positivos, justificando el sueldo que reciben por su profesión con el triunfo en los campeonatos en los que participan.
Ahora, viven conectados a redes sociales y a los medios de comunicación, y eso no es sano porque se dejan influenciar por lo que todos hablan, influyendo en el estado anímico del deportista ya que todos dicen que hay que ganar, que son finales y que Chile está necesitado del triunfo. Ellos debiesen ser como los tenistas, que pueden generar una mentalidad fortalecida al estar solo en una cancha con público en contra.
Con todo esto, ¿Quién se ve más perjudicado?
La presión a los deportistas es globalizada, principalmente a las selecciones que tienen grandes expectativas y que se ven obligadas a cumplir con metas que, con el solo nombre, están llamadas a ser protagonistas de cada torneo, continental o mundial.
Pero el jugador ya está presionado, y están acostumbrados a ello. Pero desde el punto de vista del hincha chileno, especialmente el que no tiene formación deportiva, la presión se le vuelve sobre sí mismo, asumiendo que tienen que ganar, pero si pierde se derrumba psicológicamente y no habla o se descarga por redes sociales o, en casos extremos, genera disturbios en la vía pública producto de la inmadurez. El hincha chileno es inmaduro
¿Considera que los directores técnicos se dejan influenciar por la opinión pública para convocar jugadores?
Claro, si es un caso de política populista. En algún momento convocaban y colocaban en el campo de juego a (Jorge) Valdivia aunque no daba los frutos que querían, pero los entrenadores de turno lo hacían porque la masa lo pedía y creían que mágicamente el mago, valga la redundancia, iba a resolver los problemas. Esa articulación con la masa es plenamente demagógica, dándole en el gusto para evitar la crítica y ser querido popularmente.
¿Cuál es su pronóstico para la última doble fecha clasificatoria a Rusia 2018?
La masa chilena se encontró con un nuevo escenario en el cual se ponen ansiosos y no disfrutan del momento que están viviendo, pensando solo en la meta y, si no se cumple, se derrumba todo fácilmente. Yo pienso que ganarle a Ecuador es factible, pero es mucho más complejo conseguir el triunfo ante Brasil en su casa y en ese contexto, hay grandes dificultades. Entonces, las posibilidades están en contra, como lo que se dio con la Ley de Murphy en el cabezazo de Vidal ante Paraguay, desde ese momento se perdieron partidos que debían ganarse.