Según la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017), en Chile hay 1.7 millones de personas con diabetes. Esto ubica a nuestro país en el segundo lugar de Latinoamérica, con el mayor número de pacientes a causa de este mal y con una tasa que llega al 12.3%.
Un 30% de las heridas crónicas que se generan a raíz de esta enfermedad termina en amputaciones y fue esto justamente lo que le hizo click a la doctora en bioquímica y académica de la Universidad Bernardo O’Higgins, María Inés Díaz, para embarcarse en una investigación que busque una alternativa más efectiva para el tratamiento del pie diabético.
En el 2015, la profesora de Fisiopatología e Histoembriología de la UBO, se asoció con un ingeniero y fundó Biocellix, un emprendimiento biotecnológico que le ha traído grandes satisfacciones y en cuyo seno nació el apósito bioactivo que le ha permitido ganar varios premios de innovación.
El primero de ellos llegó en el 2017 y provino de la Cámara Chilena Americana de Comercio, AmCham. Con ellos tuvieron la posibilidad de viajar a Boston, Estados Unidos y allí pudieron apreciar cómo funciona el ecosistema de emprendimiento en biotecnología.
En el 2018, conquistaron el Star Jerusalem un premio de la embajada de Israel que consistió en un viaje a ese país para asistir a un encuentro de innovación.
A fines de agosto obtuvieron el segundo puesto en Falling Walls Lab Chile 2019, concurso organizado por el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV) en colaboración con la Fundación Ciencia Joven, el Congreso Futuro y CORFO, con el apoyo del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, Chile).
-Doctora, ¿en el mercado no existen ya productos que traten el pie diabético?
Sí existen; sin embargo, no han logrado solucionar el problema y mientras esto no ocurra hay espacio para investigar y buscar alternativas. Lo segundo, el pie diabético te puede llevar a amputación y hay que tratar de evitarlo, pues esto afecta la calidad de vida de los pacientes y sus familias. Generalmente no pueden llevar el sustento a su casa y dejan de ser autovalentes. Eso es lo que se quiere evitar.
-¿En qué consiste su proyecto?
Se trata de un apósito bioactivo, un parche para sanar heridas crónicas. Hay componentes en el producto que interactúan con las células para que ellas respondan más rápidamente y ayuda a inhibir el crecimiento de microorganismos e infecciones.
-Pero, ¿Cuál es la ventaja de su producto, en qué se diferencia con lo que ya existe?
Nosotros tenemos competidores directos, pero nos diferenciamos en que nuestro apósito reduce el tiempo de recuperación en un pie diabético y de esta forma se puede evitar la amputación. La gracia de nuestro producto es que aceleramos el proceso, eso es.
-¿En qué etapa está el proyecto?
Mire esto partió hace dos años y como somos un proyecto biotecnológico para uso en humanos, las pruebas para salir al mercado son más lentas que en cualquier otro producto. Partimos en pruebas de laboratorios, luego pasamos a cultivos celulares, llegamos a pruebas en modelos animales y recién ahora podemos trabajar en pruebas con humanos.
-Y ¿Cómo se llama el producto?
La verdad es que aún no tiene porque le habíamos dado uno, pero no protegimos el nombre y otros lo usaron. Ahora, estamos postulando a unos fondos que nos van a permitir hacer pruebas en pacientes y para esta etapa ya le tenemos que dar una denominación definitiva que sería antes de marzo.
-El proceso es lento en todas sus etapas
Claro, por las características del producto. Para llegar a las pruebas en pacientes primero hay que verificar que el apósito no cause un problema adicional al que originalmente tiene la persona y después se hacen las pruebas de bioseguridad. Pueden pasar seis meses, un año o año y medio en este tema.
-Usted traspasa este afán de investigar a sus alumnos.
Espero que sí. Yo le digo a mis alumnos que ellos están en el campo de la salud y siempre hay algún problema que aún se puede resolver. Quizás hay cosas que uno no visualiza por haber estado más tanto tiempo en lo mismo, pero que ellos que están recién entrando al sistema de salud podrían verlo mucho mejor. Yo los llamo a que tengan un interés en el campo de la innovación.
-¿Han ayudado los premios recibidos al desarrollo de su proyecto?
Un montón. Poe ejemplo, cuando viajamos a Israel tuvimos la posibilidad de conocer el ecosistema que ellos tienen, como funcionan sus modelos de negocio, su interacción entre los emprendedores y las universidades y las diferencias que tiene las distintas incubadoras de negocio con respecto a lo que hay acá en Chile.
-¿Y el último?
El segundo lugar que logramos en Falling Walls Lab Chile 2019 nos permitió acceder a los medios, que la gente conozca lo que estamos haciendo y ayudarnos en las etapas que vienen. Además, dentro de lo que es el mercado biotecnológico, Alemania es un país muy importante, hay que recordar que Merck tiene su origen en ese país.
Para nosotros tener el contacto con personas de la embajada que nos pueden ayudar con mentorías y con guías para nuestro proyecto es súper importante.