Normal es sentir angustia y ansiedad al enfrentarse a una nueva situación. Pero, para la generación actual, esa que comenzó el estallido social con la evasión del pago del transporte público, rendir la PSU ha resultado ser todo un reto.
Tras una fecha llena de inconvenientes el pasado 6 y 7 de enero, donde casi 40 mil alumnos no pudieron rendir el examen de lenguaje ni los que seguían, hubo un segundo intento que también tuvo múltiples dificultades y que volvió a dejar a estudiantes sin poder completar su examen de ingreso a la educación superior.
Es por eso que la directora de la Escuela de Psicología de la UBO, Viviana Tartakowsky, profundizó sobre la situación que viven los estudiantes en el actual escenario.
-Directora, ¿Qué nivel de estrés puede alcanzar un estudiante cuando le cancelan dos veces la PSU?
Rendir la PSU ya genera un estrés en los jóvenes, debido a la sobrevaloración de la prueba en nuestra sociedad y el exitismo imperante. Por ende, la cancelación por segunda vez es muy compleja, ya que se pueden generar sentimientos de inseguridad o de desesperanza aprendida. Lo complejo aquí es que no hay certeza y la incertidumbre sólo genera tensión.
-¿Qué problemas de salud mental puede dejar como consecuencia esta situación?
Pueden darse cuadros de ansiedad o depresión a nivel individual. Por lo tanto, existe la posibilidad de que se generen problemas de salud mental individuales por manejos deficitarios a nivel social. Asimismo, pueden generarse o agudizarse problemas en la confianza con las instituciones, lo que finalmente podría terminar en mayores episodios de violencia, dada la rabia e impotencia por lo desenfrenado de la situación.
-¿Los estudiantes ven la PSU como una barrera?
Todos los estudios demuestran que esta prueba reproduce la desigualdad que ya existe en la Educación chilena (Rosas, 2020; entre otros investigadores chilenos en educación).
-¿Qué perciben los alumnos ante una normalidad instalada, tanto en medios de comunicación como en la sociedad?
Esta instalación de normalidad irreal no hace más que producir disociación, lo cual es muy grave. La disociación es parte de los mecanismos de defensa más observados en las situaciones traumáticas, lo que es muy complejo ya que los jóvenes pueden empezar a dudar de sus propias percepciones de realidad. Además, pueden reforzar la desconfianza en los adultos y las figuras de autoridad, lo que a la larga alimenta la rabia.
-¿Qué consejos recomienda para que comiencen el año académico de la mejor forma?
Primero que todo, descansar, desconectarse por un momento para recuperar energía. Luego, en marzo saber que vivimos una situación anormal y que desde este lugar es probable que vuelvan las manifestaciones, entonces, conversar de sus emociones con su familia, pareja y amigo/as de manera permanente (tener en cuenta que los sentimientos pueden variar). Saber que el rendimiento no será óptimo; por tanto, tener tolerancia a la frustración y pedir apoyo a las redes naturales o profesionales si es necesario.