Chile es un país reconocido por su gran capital natural, ejemplo de ello es su calificación como “Mejor Destino de Turismo Aventura de Sudamérica” desde hace varios años. Una parte importante de este patrimonio nacional es resguardado en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), cuya misión es preservar este capital para ponerlo a disposición de las actuales y futuras generaciones.
Chile Central es considerado internacionalmente un punto caliente de biodiversidad, ya que alberga una alta diversidad de especies endémicas que están altamente amenazadas por la actividad de los seres humanos. Lamentablemente, y pese a la enorme importancia biológica, las áreas del SNASPE tienen una escasa representación en la zona central del país, por lo que cada área protegida es un frágil tesoro que debemos cuidar.
Muchos de nosotros hemos leído o escuchado sobre la crisis climática, ya no es sólo un tema de debate académico, es una realidad que están viviendo muchas comunidades rurales que no tienen acceso al agua para consumo doméstico o para el de sus animales. La sequía nos ha traído postales desoladoras de como la vida se apaga sin agua.
Con profunda preocupación veo como la crisis climática nos está poniendo en jaque. La Reserva Nacional Rio de los Cipreses, única área silvestre protegida del estado con uso público de la Región de O’Higgins, está en el ojo del huracán. La sequía que se acarrea desde hace años queda en evidencia en su vegetación seca y moribunda que dista mucho de los verdes parajes de hace algunos años. Tal ha sido el impacto, que durante este verano la Reserva tuvo que cerrar algunas zonas por la falta de agua.
Pero esta no es la única amenaza que afecta a este lugar. En estos momentos, la comunidad aledaña a la Reserva, que cría vacas, caballos, ovejas y cabras, está presionando a CONAF, entidad que administra el área, para que permita el ingreso de sus animales con el fin de que se alimenten de la vegetación de este lugar, que conserva el patrimonio biológico de la región.
En la literatura científica abundan las evidencias del impacto negativo que tiene el ganado en espacios naturales, por ejemplo: la invasión de especies exóticas, la pérdida de vegetación nativa, la degradación del suelo, entre muchos otros. Es por ello que el plan de manejo de la Reserva no permite el ingreso de animales domésticos, en beneficio de la conservación del lugar.
Necesitamos reaccionar ya. Todos podemos aportar. Es urgente buscar e implementar formas de adaptación al cambio climático. No obstante, la solución no pasa por abrir las áreas protegidas para que el ganado no muera de hambre a corto plazo. Estos lugares no resisten la presión. El interés colectivo debe estar por sobre los intereses particulares. Debemos apoyar a la comunidad para enfrentar este problema buscando otras alternativas para enfrentar la crisis hídrica, pero sin hipotecar el futuro. La naturaleza también exige dignidad.
Carolina León Valdebenito
Jefa Centro de Investigación en Recursos Naturales y Sustentabilidad (CIRENYS)
Universidad Bernardo O’Higgins