Casi 60 años han pasado desde el triunfo de la revolución cubana en la isla más grande del mar caribe. Un largo periodo dirigido por Fidel y Raúl Castro, que consiguió levantar a un país con un régimen socialista que predomina hasta la fecha. Sin embargo, el 19 de abril de 2018, Cuba se robó la mirada de todo el mundo tras vivir una jornada inédita en su historia política.
Miguel Díaz – Canel – la segunda autoridad del país durante el Gobierno de Raúl Castro – asumió la presidencia del Estado socialista unitario siendo el primer mandatario que nació después del periodo revolucionario y que no tiene lazos sanguíneos con los líderes del acontecimiento que se extendió por 6 años.
Para entender un poco más de este sorprendente cambio y su repercusión en la región Latinoamericana, el investigador y director del Centro de Estudios Políticos, Culturales y Sociales de América Latina (EPOCAL), Germán Alburquerque, nos idealiza el escenario de la nueva Cuba sin los hermanos Castro.
¿Es el comienzo de una nueva era política en Cuba?
Desde la revolución cubana, este país siempre ha sido impredecible, pero todo parece indicar que este cambio es solo superficial. O sea, simplemente aparece un nuevo personaje con el cargo de Presidente, pero no va a tener la misma potestad como el mandatario chileno o de otros países de la región, sino que va a estar sub-editada a otros poderes, por lo que es de suponer que Raúl Castro se va a mantener como un líder implícito.
Ahora, que este nuevo gobernante no lleve el apellido Castro es un avance simbólico importante, y lo que vaya a hacer con el poder Miguel Díaz – Canel es desconocido. Puede que por el momento sea una figura que reverencia a los máximos jerarcas, pero con el tiempo irá asumiendo posiciones más importantes, siendo capaz de movilizar transformaciones de peso para la isla.
¿Qué impacto podría tener el nuevo Presidente en el Gobierno cubano?
Desde ya hay quienes lo han comparado con Mijaíl Gorbachov, porque cuando asumió el poder en la Unión Soviética nadie imaginó lo que iba a hacer y terminó siendo casi una revolución, una renovación política que impactó casi al mundo entero, tras un cambio generacional muy profundo. Pero hay una gran diferencia entre la modificación rusa y cubana: este último tiene al expresidente y al partido comunista sobre él.
Pero, ¿qué se podría esperar si asumiera un rol dirigente transformador? Una cierta liberación de los derechos políticos y civiles, que han cambiado muy poco en los últimos tiempos; un manejo de las relaciones exteriores más abiertos; y una mejor relación con el resto de los países de América Latina.
¿Y en la ciudadanía?
Eso está por verse. Creo que, por muy superficial que sea, es un cambio importante a nivel simbólico y de imagen, no porque no sea de la familia Castro, sino que porque es una persona joven que no había nacido para el momento de la revolución. Aunque se ha declarado un continuador, admirador y comprometido con la revolución cubana, no tiene ese lazo sanguíneo con la revolución, no tiene esa fidelidad y lealtad porque no la vivió, y eso hace que sea un factor importante.
¿Qué otras reformas se podrían concretar con la llegada de Miguel Díaz – Canel?
Cuba tiene una gracia social, en que la gente participa del sistema político, pero también recibe del Estado la solución de sus necesidades materiales básicas. A mi juicio, eso no tiene por qué ser incompatible con la democracia política donde las libertades civiles las puedan ejercer los ciudadanos. Entonces, se trataría, por una parte, mantener el sistema social que le asegure a la población el bienestar básico y agregarle a eso mayores libertades civiles – como la participación política, libertad de expresión, pluralidad de partidos políticos, medios de comunicación e internet – y las libertades y derechos económicos en el sentido que la economía pueda abrirse a empresas grandes o medianas.
Tras la disminución de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba en el Gobierno de Donald Trump, ¿tendrían que esperar a un nuevo Presidente norteamericano para la reapertura del diálogo como ocurrió con Obama?
Yo creo que sí. Ahora, no se sabe cuándo vaya a ocurrir porque, generalmente, los presidentes estadounidenses ganan la reelección, pero tratándose de Trump no sería extraño que no consiga un segundo periodo en la Casa Blanca. Mientras USA no cambie, lo que pase en Cuba no cambia. Si hubiese estado un presidente como Obama, con Díaz – Canel se hubiesen abierto puertas que estaban cerradas, pero todo es solo especulación. Sin embargo, con Trump no se puede esperar que cambie mucho la relación
¿Cuál será el escenario político con Chile?
Es posible que este cambio en Cuba genere, también, un cambio en la política exterior chilena, sobre todo en este Gobierno de Piñera. Ahora que Castro no es Presidente, esa situación podría cambiar en algo, no sé si en profundidad, pero sí en alguna medida. En este sentido, los convenios comerciales económicos se seguirán profundizando, sobre todo si el nuevo líder cubano liberaliza la economía.
Más allá de lo comercial, se ve difícil en la actual situación algún avance, sobre todo pensando en la cercanía de Cuba con Bolivia. Entonces, mientras ellos tengan relación estrecha, Chile no va a querer vincularse mucho con el Gobierno cubano porque sería hacerlo, indirectamente, con los bolivianos. En ese escenario, es difícil que se genere una mejor relación diplomática con Cuba.
Cuando ocurra el deceso de Raúl Castro, ¿qué sucederá con la revolución cubana sin sus referentes?
Ahí se podrían esperar cambios más hondos porque, en definitiva, Cuba no puede escapar al signo de los tiempos. O sea, hoy en día en el mundo occidental es difícil restringir las libertades políticas de la ciudadanía, tanto por la globalización, por los medios de comunicación, por los medios de transporte… todos apuntan a una sociedad más global, abierta, democrática y participativa, donde hay un acceso a la información mucho mayor.
El pueblo cubano, más temprano que tarde, va a exigir cambios que no sean solo materiales. Es probable que haya que esperar un cambio generacional como en la Unión Soviética, y cuando ese cambio sea efectivo, creo que podremos esperar una transformación mayor que, ojalá, no signifique barrer con las ventajas o beneficios que tienen los cubanos hoy en día, porque la mayoría se muestra orgullosa de lo que ha construido la revolución cubana.