A partir del 1 de noviembre de este año, el Banco Central dejará de fabricar monedas de uno y cinco pesos bajo la Ley 20.956. El Banco Central explicó que, desde ahora, los pagos finales entre uno y cinco pesos se redondearán hacia abajo y los de entre seis y nueve pesos se deberán aproximar hacia arriba. Eso sí, este sistema solo se regirá para pagos en efectivo.
A primera vista uno puede detectar dos claras consecuencias respecto a esta decisión: la donación de vueltos y las promociones del comercio.
Dentro de los directos perjudicados están las organizaciones de beneficencia que se ven favorecidas por los pequeños vueltos que dejan los clientes de los comercios habilitados. Estas constantes donaciones solicitadas en establecimientos como supermercados y farmacias van directamente a las arcas de las organizaciones de beneficencia. Otra de las consecuencias de esta medida es la potencial finalización de las promociones del comercio al terminar los precios en 9 (como $999). Se espera que este se adapte rápidamente y finalice con dicha práctica, ya que, las personas no valoran este tipo de monedas (los vueltos) para sus transacciones normales.
Pero todas estas medidas no solo tienen efectos tangibles, sino también psicológicos. Existe la posibilidad de que se implante la idea que, debido al redondeo, se va a querer cobrar más, generándose un efecto psicológico de pensar que el consumidor al final siempre será el afectado. Aun cuando el efecto neto pueda considerarse nulo – por redondear tanto para arriba como para abajo – la sensación de desconfianza presente en nuestra actual sociedad no se esfumará por tratarse de una ley y puede derivar en cuestionamientos hacia las prácticas del Banco Central como a las del Gobierno de turno. Estas medidas abren la puerta para pensar en los siguientes pasos. ¿Se necesitarán en el futuro billetes de 50 mil pesos o de 100 mil pesos?
El problema de fondo no son las monedas ni su costo de fabricación, sino el funcionamiento de la economía nacional que está en jaque, ya que, puede estar escondiendo señales de superinflación, situación ya ocurrida en Argentina y Venezuela.