Chile está viviendo hace más de 10 años con la preocupación del rápido avance de la sequía en el país. El Dr. Christian Herrera, jefe del Centro de Investigación y Desarrollo de Ecosistemas Hídricos (CIDEH) de la Universidad Bernardo O’Higgins, encabeza un estudio que, por medio del conocimiento de las napas subterráneas y su abastecimiento de aguas para las cuencas de la Región Metropolitana, es desde ya, una contribución para la búsqueda de soluciones y el manejo de la megasequía actual.
“La megasequía y el agotamiento de las aguas subterráneas en el Acuífero de Santiago: una oportunidad para conocer el acuífero y mejorar su gestión en un clima cambiante”, es el nombre del proyecto de ANID mencionado anteriormente, el cual además de ser encabezado por el Dr. Christian Herrera, es apoyado por especialistas en modelación de acuíferos.
El objetivo principal de este estudio es “conocer el funcionamiento de la napa subterránea de la cuenca de Santiago para evaluar su potencial para el abastecimiento del agua bajo la situación actual de extrema sequía. Los resultados preliminares de esta investigación han mostrado que la sequía ha producido un agotamiento en la napa subterránea, así como la sobreexplotación del acuífero”, indicó el Dr. Herrera.
A través de datos registrados en los pozos de monitores de la Dirección General de Agua (2021), es posible realizar un confiable ejercicio para medir la perdida de agua en la napa de Santiago. En esta línea, el jefe del CIDEH, mencionó que “si consideramos que los sedimentos que rellenan el valle de Santiago tienen una porosidad efectiva promedio de 10% (valor referencial), tendríamos un descenso equivalente a una lámina de agua entre 1,5 y 2 metros de profundidad”.
Junto a lo anterior, es importante mencionar que, si se considera la superficie total de la cuenca de Santiago, equivaldría al secado de un lago de 2 metros de profundidad y que tendría una extensión de unos 2.300 kilómetros cuadrados; en volumen de agua, se estaría hablando de unos 4.700 millones de metros cúbicos.
“Es evidente que la falta de agua en los principales ríos y embalses ha llevado a una utilización excesiva de agua subterránea para suplir la falta de agua superficial, agravando la actual situación, ya que las aguas subterráneas operan en tiempos muy diferentes a las aguas superficiales. Además, la desertificación que está afectando a toda la zona central implica que tendría que actualizarse los balances hídricos de todas las cuentas par evaluar cual es la actual cantidad de agua disponible para ser explotada racionalmente”, explicó el Dr. Christian Herrera.
Las consecuencias y efectos de la sequía son variados; en cuanto a la disminución de los niveles de acuíferos de Santiago, ha generado gran dificultad para los usuarios de aguas subterráneas que pueden evidenciar la baja en los niveles del agua en sus pozos, ya sea por el uso o secado de ésta. Además, como consecuencia de la sequía, la calidad del las aguas subterráneas estaría empeorando, sumándose a lo anterior, la menos infiltración de agua de lluvia de “buena calidad”.