En relación al día del «Encuentro de dos mundos» antes llamado «Día de la Raza» y la controversia que se ha generado a medida del transcurso de tiempo respecto a su celebración, Alfredo Gómez, docente de la Escuela de Historia y Geografía de la UBO, comentó sobre el tema en cuestión en base a la ciencia o disciplina que estudia la historia.
¿Qué es lo que se conmemora el 12 de octubre en base a la historia?
De modo muy específico, la conmemoración del día 12 de octubre hace referencia al momento en que Rodrigo de Triana situado en el mástil mayor, grita para alertar a la tripulación ¡tierra!. Cristóbal Colón y sus hombres arribaron a una islita del archipiélago de las Lucayas o Bahamas, descrita como la isla de Guanahaní, la que hizo llamar San Salvador por su providencial avistamiento. Allí realizó el acto político de tomar posesión del territorio en nombre de los Reyes Católicos.
El significado simbólico del 12 de octubre trasciende por mucho este acto inaugural de un proceso del que somos parte en este mismo instante. Algo que pasamos por alto, además, es que los protagonistas de esos eventos y sus consecuencias somos nosotros, los latinoamericanos de hoy que sobrellevan, además de los efectos de las transformaciones históricas, los problemas que acarrean la brecha digital, los efectos del deterioro ambiental y el cambio climático, los excesos del capitalismo predador en Amazonia y la impiedad sistémica que sufre la población más pobre del continente.
Hoy se hace difícil evocar la figura del viajero de descubridor sin que los epítetos de esclavista y genocida recaigan sobre su memoria. Sin embargo, como en la vida misma, nadie puede elegir a sus padres y dibujar voluntariamente el pasado. Y así, con sus luces y sombras, conviene recordar, valorizar y honrar nuestra propia trayectoria, ya que, con todo, seguimos siendo la simiente de aquellos protagonistas de ese pasado.
¿Qué significa el cambio en el nombre del “Día de la Raza” a “Encuentro de dos mundos”? ¿Significa una decisión política histórica vinculada a una transformación cultural?
La Nouvelle Histoire francesa y su influencia en la historiografía americana nos ha colocado con fundamentos, en la perspectiva equitativa del “Encuentro entre dos mundos”, un encuentro que no es simétrico. Nadie estudia lenguas nativas como mecanismo de inserción en académicas intelectuales o ámbitos de desarrollo económico, todo lo contrario, los jóvenes siguen saliendo de sus sociedades tradicionales y de sus pueblos ancestrales, en busca de mejores oportunidades. Seguimos mirando a Europa para encontrar algún sentido a la profunda norteamericanización de la cultura latinoamericana, tanto más que la europea. Ni siquiera en Alemania es posible encontrar una feria con productos de origen chino. Latinoamérica es más liberal que los liberales del viejo continente. Todavía juega el rol de ser un gran mercado de consumo para las potencias mundiales, y eso determina su condición colonial estructural.
Para la investigadora Giulia Quaggio de la Universidad de Florencia, el reemplazo del concepto “conquista” por el de “encuentro”, la realización de la Expo Mundial de Sevilla´92 y la creación de cientos de obras de difusión cultural encerraban un esfuerzo de propagar una moderna identidad español, sin alcanzar el estatus de un proselitismo político nacionalista. ¿Cambio cultural?,¿Encarnación de los nuevos valores democráticos por parte de la Corona española? Pareciera una manera diplomática de evadir una serie de cargos históricos de los protagonistas postergados del Quinto Centenario, los pueblos indígenas sometidos a su histórica condición colonial.
Actualmente Chile enfrenta una realidad en donde miles de migrantes provenientes de Venezuela están ingresando al país, obteniendo una respuesta negativa por parte de muchos chilenos. ¿Cómo podemos vincular esta “celebración” con la actual crisis migratoria?
Se ha escuchado la frase “Chile para los chilenos…”, pero unos antes, otros después, casi todos hemos llegado como migrantes. Las sociedades tradicionales o nativas llegaron del norte del continente en un rango de tiempo entre los 23.000 a 14.000 antes de Cristo. ¿Quién es originario entonces? ¿El que llega primero? Lo cierto es que las comunidades humanas deben buscar las formas de organizar y resolver sus problemas. Esta es una oportunidad para hacer las cosas con espíritu democrático y sentirnos orgullosos del país de dejaremos a nuestros descendientes. La diversidad ética no es ni buena ni mala, solo es parte de la realidad mundial y hay que asumirla con responsabilidad democrática y pluralismo. Hasta hace poco Chile era una sociedad eminentemente cristiana. Ello demanda, consecuentemente, que la solidaridad cristiana tome cuerpo y que todos ayudemos a nuestros hermanos americanos. Lo que nos ha enseñado la Historia es que todo cambia. Nada asegura que mañana sean otros los desplazados, o que nosotros seamos golpeados por el cambio climático y nuestras poblaciones se transformen en desplazados climáticos dentro del continente en las próximas décadas. Conviene ser generosos y solidario, ya que esa moneda que damos es la que recibiremos a cambio.
Lo cierto es que la crisis es tan dinámica que, aun cuando hubiere existido política pública y recursos e infraestructura para enfrentarla, nos habría desbordado igualmente. Más allá de la información con la que se dispone, creo que es difícil comprender y empatizar con lo que está viviendo la gente común y corriente en Venezuela. Ellos es una invitación para cuidar y proyectar la democracia que en Chile todos hemos construido y valorizar nuestra forma de vida.
¿Es posible replantearse la actual “celebración” y su significado para adaptarla al actual contexto, con las actuales generaciones?
Aparentemente la sociedad chilena en su amplitud y diversidad toma esta fecha a su manera y la interpreta como lo desea. Sin embargo, para una porción significativa de ella esta fecha no representa nada, ya que se ha desvalorizado por el debate y la ausencia de referentes. Muchos lo ven como una fecha para escapar de la ciudad y tomar unos días de descanso del asedio laboral.
La mayoría de los medios de información y el propio Estado de Chile a través de la Reforma Educacional y las definiciones curriculares han contribuido a mirar este hito histórico desde una perspectiva más ecuánime y sobria, comprendiendo el significado de la fecha para los pueblos originarios. Ello no implica desatender su significado para nosotros mismos y nuestra etnicidad y tradiciones. La memoria histórica como el patrimonio es dinámica y en su plasticidad, se encuentra el espacio para las resignificaciones y resemantizaciones del pasado, con sentido y responsabilidad. Recordemos que la banalización de la cultura llevó a la Europa de la Segunda Guerra a cometer errores por los cuales diferentes generaciones están marcadas por la culpa y una profunda vergüenza.
Creo que el más grande error que se ha cometido en torno a la conmemoración de este hito es que, ante la ausencia de espacio de debate y el silencio de los especialistas por medio del asedio de las redes sociales, las perspectivas contrapuestas pugnan por enrostrarle al otro lo que debe creer, sentir y ser. En ello se observa nuestra falta de convicción democrática. Lo cierto, es que ni todos somos totalmente españoles, ni todos somos totalmente indígenas. La idea del purismo étnico o de “razas” es profundamente obsoleta como el nacionalsocialismo alemán o el fascismo italiano. Somos mestizos que debemos construir permanentemente nuestra memoria histórica como pueblo y nación. La pregunta es: ¿Qué y cuánto esfuerzo deseamos realizar para que en este tema se genere un espacio de convergencia más que territorio simbólico de resentimiento, odio y divergencia?