La ética, conducta fundamental en toda actividad humana que promueve los comportamientos moralmente correctos que deben tener los individuos entre sí. No obstante, en el ámbito profesional, la ética busca regular las actividades que se realizan en el marco de una profesión; pero cuando ésta no se aplica de manera correcta, puede afectar negativamente a otros. Por ello, la instauración de códigos deontológicos o disciplinarios en el trabajo resultan claves.
«Un profesional que no es ético puede generar consecuencias negativas en la vida de otras personas. A modo de ejemplo, si se es médico, abogado o político, se puede cambiar el destino de esa persona, de la familia y de la sociedad», dice Regina Zambrano, catedrática de Responsabilidad Social y Legislación Empresarial de ESPAE-ESPOL.
No ser ético o trabajar en un entorno que no lo es «puede generar en grado variable consecuencias de todo tipo: problemas personales o de conciencia, falta de sentido del propio trabajo y, por supuesto, perjuicios de reputación para con colegas, clientes o la sociedad en su conjunto».
En general la ética profesional sí se aplica, dado que, si existiera una inaplicación generalizada, es decir, si los profesionales actuaran por definición de manera inmoral, sería muy difícil que las profesiones pudieran ni siquiera funcionar. Sin embargo y pese a que en todas las profesiones debería ejecutarse, el especialista sostiene que la necesidad de ser ético es más obvia en «aquellas que se ocupan de un bien público fundamental, como puede ser la salud, la educación, la justicia o el acceso a la información».
LAS UNIVERSIDADES COMO AGENTES PRINCIPALES EN LA FORMACIÓN INTEGRAL DE LOS ESTUDIANTES.
La influencia de las nuevas tendencias de la ética actual también ha transformado decididamente los aspectos más importantes de la vida: religión, costumbres, política, estética, entre otros. De ahí que la enseñanza de esta conducta sea fundamental, sobre todo en las academias insertas en sociedades pluralistas.
Este tipo de formación permite sensibilizar al profesional hacia la dimensión ética de su trabajo, darle herramientas conceptuales para enfrentarse a ella y ser consciente del sentido de su profesión y del papel social que juega. La enseñanza de la ética puede ayudar a reflexionar sobre cuál es el mejor comportamiento del ser humano, «con independencia o más allá de la moral que nos transmitió el entorno familiar o los principios religiosos y contribuye a dar, explicar o hacer reflexionar algo que debe empezar desde el mismo hogar».
La ética profesional está vinculada con la calidad moral del trabajo que se realiza, implica entrega vocacional, responsabilidad, honestidad intelectual y práctica. La ética profesional se llama precisamente así porque es el fundamento ético del ser y del quehacer. Cuando hay ética profesional, hay responsabilidad y profesionalismo, estos se comparten con los valores sociales que hoy en día son tan necesarios en tiempos de Pandemia y que debemos reforzar en las nuevas generaciones de profesionales.
Rose Marie Florio Jara
Académica Escuela de Enfermería