Expertos dicen que no hay problema si un niño menor de 10 años duerme hasta más tarde por un día o dos, pero no por todas las vacaciones.
Durante las vacaciones de invierno, los niños se convierten en los protagonistas de la casa. Risas y juegos inundan de alegría los espacios del hogar en un horario que, usualmente, está silencioso y desierto, por lo que el cuidado integro de los menores es fundamental teniendo en cuenta todos los factores que les pueden afectar.
Si estaba pensando en los accidentes, éstos pueden suceder en cualquier momento y lugar por lo que es necesario estar alerta ante cualquier emergencia que se presente. Pero, ¿habían pensado en el desorden que puede causar dormir unas horas más o dejar demasiado tiempo libre a sus hijos?
Lautaro Barriga, académico y psicólogo clínico infantil de la Universidad Bernardo O’Higgins, recomienda que los niños vayan a dormir antes de medianoche, porque «uno debiera pensar que un niño de menos de diez años debe dormir alrededor de 10 horas, pero estos horarios deben estar distribuidos para que no se traspongan los horarios de comida. Es decir, que el niño no se levante después del mediodía para ir a almorzar«.
Cierto es que la rutina obliga a que se levanten temprano para ir al colegio, por lo que dormir hasta más tarde en temporada de vacaciones es prácticamente inevitable. Por esa razón, el docente sostiene que entre las 9:00 y 10:00 hrs. es un horario prudente e ideal para que inicien el día, para no generar gran desorden en el organismo.
Entonces, como la jornada va a comenzar relativamente temprano, se sugiere que los padres les designen tareas del hogar que puedan realizar y no sean tan complejas de resolver ya que, aparte de mantenerlos ocupados, les permitirá crear un sentido de responsabilidad y cooperación que les ayudará más adelante.
“No hay problema con que los niños ayuden en las labores domésticas como poner la mesa, acompañar a los papás al supermercado y llevar las bolsas más livianas luego de comprar, permitiendo que el niño proyecte el esfuerzo y sacrificio de sus padres”, comenta el experto.
Además, agrega que “si el niño es ‘cómodo’, es mejor llevar a cabo una negociación en que el premio sea pasar más tiempo jugando con sus compañeros de curso o con los amigos del barrio. De esta forma, evitamos las pataletas y, en consecuencia, los castigos”.
Salir a jugar con los amigos o recrearse al aire libre son las actividades más recomendadas para los más pequeños de la casa en el periodo de vacaciones, pero los factores climatológicos pueden frenar estas actividades, por lo que la entretención será entre cuatro paredes.
La solución más amigable para los niños es el uso de tecnología, como los computadores, teléfonos o consolas de videojuegos, artefactos que no son compatibles con un uso prolongado. “Es mejor que pasen entre una hora o una hora y media jugando frente a las pantallas por sus efectos en la salud mental y visual. Pero, ojalá que esa hora de juego no sea correlativa, sino que se reparta, por ejemplo, 30 o 45 minutos durante la mañana y el resto después de almuerzo. Lo ideal es que los niños vayan realizando otras actividades durante el día y no sólo que estén ‘pegados’ a la pantalla”.
De esta forma, las vacaciones de invierno serán más amigables y el regreso a clases no va a ser tan complejo. Ante la operación de retorno a la rutina, hay que acostumbrar a los niños a retomar los hábitos que se perdieron durante las semanas de descanso aproximadamente cuatro días antes para evitar quedarse atrapado en las sábanas los primeros días de clases.